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viernes, 13 de julio de 2012

Vendedor Ambulante


  Vendedor Ambulante

      Cuando lo vi entrar, pude reconocer su cara única, la última vez que lo había visto fue diecisiete  años atrás, recuerdo con absoluta claridad aun, su particular rostro. En ese entonces era un niño de unos ocho o nueve años, yo trabajaba para un reconocido restaurante de la ciudad, de mozo. Me acuerdo con lucidez el momento, entro corriendo por la galería, buscando llamar la atención desordenando las mesas preparadas (tengo en la memoria todavía el sabor triste  de haber trabajado como mozo en ese lugar). El dueño se encargo de expulsarlo de manera efectiva, en mis adentros me sentí aliviado por no tener que haberlo desalojado yo.

      Algunas semanas más tarde lo supe ver pidiendo en la calle, y sufrir el constante rechazo por parte de esa gran masa corpórea inhumana,  que es la gente (en la que me encontraba perfectamente enlazado). Quizás el rechazo se  debía a su personalidad un tanto agresiva, por otro lado constituía su único humilde recurso de defensa.

     Lo que mas impresionaba y hacia imborrable su rostro, es una gran mancha roja sobre su ojo izquierdo que infería un injustificable temor, que mi cobarde sentir no podía probar, lo mas irritante es que también yo soy un manchado, sucede que mi mancha no se ve.

    La propia memoria y el inconsciente le juega a uno, impensadas jugadas. Observarlo intentar vender dos pequeñas linternas, esta vez con modales más refinados, los años de calle y seguramente de sufrimiento le valieron delicadeza e insistencia en el trato. Tenía casi convencida a la mujer de la mesa de al lado, pero se arrepintió y desistió de la compra. Inmediatamente antes que se dirigiera hacia mi, extraje diez pesos de mi billetera y se los di, rechazando cualquier compra.

   Su rostro se encendió con una leve sonrisa, dijo un tenue gracias. De inmediato  quería, que se fuera de mi vista, por ello alce mi mano izquierda hacia la frente, cubriéndome los ojos.Entre los dedos observaba como se iba retirando. Lejos de ayudarlo, le había dado los diez pesos para que no me molestara. 
  
   Me desprecie un poco.