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viernes, 30 de diciembre de 2011

Oximoron


OXIMORON


    Tomo la hoja recién impresa con desidia, sujetándola con ambas manos, luego extendió sus brazos con el fin de leer bien, la presbicia le hacia fruncir el entrecejo, no la notificación de despido.

     Muchos años le llevo ocupar ese lugar, el de administrador general, comprender el cargo no es sencillo. Todo comenzó en sus años mozos, cuando era un simple asistente de secretariado, allí dio su primer paso, denunciando al viejo secretario González. Como no podía ser de otra manera fue un lunes a primera hora, el motivo, la constante la falta de actitud para con la empresa y con él, producto de la dejadez del ya viejo González, a punto de jubilarse.

        En consecuencia el viejo González resulto derivado a un área menor, esto lo mantuvo perturbado más o menos por una semana,  eran los últimos restos de cierta honesta humanidad de la que sabia que debía despojarse.

       Excusarse ante los demás compañeros resulto mas dificultoso de lo que imagino, para librarse de las molestas miradas acusadoras,  tenia que encontrar una excusa creíble, intuía que un ambiente hostil no le permitiría un normal desarrollo de ascensión - “yo no quise acusarlo a González, solo quería buscar el bien de la empresa, si le va bien a la empresa nos va bien a todos , no fue mi intención, no lo pensé bien, debería haber hablado con González, les pido perdón” -  decía esto, con un brillo en los ojos que lograba conmover.   

     Con el tiempo alcanzo la meta que se había propuesto, ser temido, el temor confiere respeto sin importar el rango jerárquico, no en vano releyó el “Príncipe” una y otra vez. Las buenas costumbres, puntualidad, pulcritud reforzaron su personalidad, con mucha paciencia  culmino en  la confusa dualidad, de saberse indescifrable. Algunos justificaban sus actitudes y otros la condenaban, en ocasiones se invertían los bandos, acusadores devenían en defensores,  su astucia la clave, frases como “el tipo se lo gano….” y “es una rata cínica…” constituían el debate diario de la oficina.

    Los siguientes ascensos fueron lógicamente predecibles durante largos años, hasta ubicarlo en el escritorio del directorio, leyendo una notificación mas de las tantas leídas. Treinta y ocho años de carrera contemplaban la nota, esta era especial, la notificación de despido de Sánchez, después de él, el empleado más viejo.   

   Sánchez, transcurrió en el simple anonimato su vida de empleado, sumiso si los había, puntual, inofensivo. Sánchez encajaba perfectamente en el sistema y la empresa.

    Mientras releía la notificación, la intuición le rescato de la memoria una cita de su antiguo jefe:  “Cualquier maquinaria requiere periódicamente cambios de piezas, aun de piezas claves, para funcionar a la perfección”. Sánchez de algún modo lo era, pero estaba viejo para el puesto, el nuevo postulante de veintidós años emanaba brillo. Se le ocurrió esta imagen “este muchacho es  como un engranaje nuevo, de relucientes dientes dispuestos a encajar en la maquinaria.”

    El recuerdo de su jefe y la imagen comparativa, disipo toda duda con respecto a Sánchez. Al igual que  en sus inicios, algunas  reminiscencias de compasión humana se entremezclaron con sus funciones, en tantos años alguna navidad compartida con Sánchez lo disturbo (un error que nunca se perdono, un buen jefe jamás comparte algo con sus dirigidos). Bendijo su imaginación.

   En el momento de sellar y firmar la notificación de despido, el teléfono interrumpió su pacifica tranquilidad. Con elegancia y parsimonia levanto el tubo.

-         Hola, quien habla, ah Juancito que haces, como andas, tus cosas bien?-

-- Si todo bien, te llamaba para invitarte a jugar al Golf el domingo a la tarde –

      -   Te agradezco pero sabes que no puedo, tengo la misa de las cinco, y vos sabes  
           que si falto no me lo perdono, además después con mi señora pensamos en ir a 
           Caritas, a dejar algunas ropitas viejas de los chicos que están grandes ya -

      -- Cierto, me había olvidado que no faltas nunca a misa, ah  y…siempre tan solidario   
       vos --
       
   Después de un par de risas jocosas, la conversación derivo en torno a los negocios.

 Sánchez fue despedido a los cincuenta y ocho años.  

jueves, 15 de diciembre de 2011

Solidaridad


Solidaridad:

   Lo vi de reojo en el fondo del pasaje ciego, su mirada enternecedora hizo detener mi andar apresurado de diciembre,  el mes de los cierres y balances (fea costumbre de los citadinos). Retrocedí unos diez pasos hasta situarme en el medio del callejón, allí lo observe mejor, su rostro correspondía mi atención y emanaba compasión, Navidad estaba cerca.

   Camine lentamente hacia el, no quería asustarlo, de cierta manera comprendió mis intenciones, quedándose inmóvil. Mientras lo hacia, pensaba en las miles de criaturas en idéntica situación, instintivamente desafié a Dios en mis pensamientos por permitirlo.  

  Apoye con suavidad mi mochila en el suelo, necesitaba libertad de movimientos, no quería fallar, tenia que auxiliar  a esa indefensa criatura. Imprevistamente surgió desde algún lugar otra en igual  condición. Esto me dejo perplejo por unos minutos, me había hecho la idea de socorrer una, no dos. 

   La helada Nueva York no iba a permitir que sobrevivieran demasiado. Las fotocélulas detectaron la caída del sol y automáticamente activaron las luces de neón,  reflejándose en el espejo de cemento y escarcha.  Comenzó a nevar.

  Debía actuar rápidamente y no lo dude, trazando un paralelismo con una perilla de volumen, gire al  máximo mi volumen solidario y decidí rescatar a ambos. Después vería que hacer, como acomodarme y demás pormenores.

  Agachándome  y mediante,  el chascarreos de dedos acompañado de suaves llamados, logre estar a alcance de ellos. La aproximación provoco que el pequeño perrito comenzara a menear la cola con un llorisqueo de emoción, y el gatito a maullar con un leve ronroneo. El nudo que se me hizo en la garganta, no impidió la misión.

   El único obstáculo, consistía en el cuerpo del famélico vagabundo, seguramente
alcoholizado, que yacía  atravesado entre los cachorros y yo, interrumpiendo y molestando el rescate . Usando mi pierna más hábil,  con suma delicadeza, deslice parte de sus extremidades buscando  hacerme de un resquicio, por donde pasar.    

   Este movimiento no fue lo suficientemente sutil y logro despabilar un poco al vagabundo, que despertó con la mirada perdida y profiriendo un sinfín de palabras inentendibles. Me asuste de sobremanera, abalanzándome sobre los cachorritos, (gracias a Dios los pude atrapar) y huí corriendo a toda velocidad. En la huida, olvide de recoger  la mochila con mi documentación y papeles

   Estaba feliz, por haber socorrido a dos hermosos cachorritos. Tanta emoción me obnubilo. Hasta pensé en un concurso entre mis amigos para darles un nombre, carecía de determinación para nominar.

   A la mañana siguiente, la policía  acerco a mi domicilio,  la mochila que había olvidado en la huida.  Fue encontrada junto al cuerpo congelado del indigente, sin realizar ninguna pregunta.   

sábado, 10 de diciembre de 2011

La piedra


La piedra

(Esto es una adaptación, basado en una entrevista realizada  a  Atahualpa Yupanqui, donde explicaba su visión de las cosas)

El hombre medito unos segundos, luego con su mano izquierda, en la cual sostenía su libro gordo de filosofía, abruptamente cerró el mismo,  haciendo un fuerte plaf. Continuo, quitándose los lentes de sus ojos cansados, refregándoselos un poco y después de un bostezo de relajación, su rostro quedo encendido de satisfacción. Sonrió felizmente hacia adentro, su cerebro consiguió conectarse con su alma y esta con el universo, luego de arduos años de búsqueda filosófica y libros devorados, se encontró en el mundo. Creyó dejar de sentirse en la nada, se hallo feliz de estar vivo. Para celebrar su hallazgo, brindo con un buen vino tinto. El gato gordo comprendió de alguna manera la dicha de su amo, brincando  de un salto en su falda, sin dejar pasar esa oportunidad de ser acariciado. Mientras el gato ronroneaba bajo sus caricias, vocifero para si mismo: la tierra.
A la misma hora en otro lugar, una mujer salía de su rancho e iba con su niño de la mano siguiendo la huella al pueblo, cuando de repente el río se interpuso en su camino. Campearon la parte mas baja para cruzar, primero lo hizo ella, buscando el lugar mas seguro. Luego desde la otra orilla, arengo a el niño, déle venga (para hacerlo hombre de chico nomás) que no es hondo. En el medio del cruce, el changuito se detuvo frente a tres piedras grandes, tomando de entre ellas una piedrita de colores, que guardo en su pequeño bolsillo. La mujer impaciente lo observo y espero que terminara de cruzar. A un paso de la ribera, el niño había comprendido que algo había hecho mal, igualmente continuo con la vista gacha, esperando el reto de su mama; ella exclamo: - a ver chango que tienes en el bolsillo, muéstremelo- el niño abrió su pequeño puño, dejando relucir la piedrita de colores en su manito mojada. A continuación la pacha mama (asi la nombrará de grande el niño) tomo la piedrita y camino hacia el medio del cruce, hundió su mano en el agua, la devolvió en su en su preciso lugar. En la orilla nuevamente, sentencio: Ya sabe niño, es la última vez.
 ( En la entrevista el explicaba que hay gente que busca cosas en los libros, que la gente del campo la entiende sin haber leído nada, el cuenta que fue testigo del hecho relatado según mi visión interpretativa, seria bueno que repitan esa entrevista regularmente.)

viernes, 9 de diciembre de 2011

Regalo de Navidad


Regalo de Navidad
El pequeño árbol de navidad, había sido adornado con excesiva simpleza, acorde a los modestos regalos que yacían a sus pies, exceptuando uno, reservado para el pequeño gran rey de la nochebuena, Josesito.
Dieron las doce y Josesito alentado por toda su familia se dirigió al árbolito , allí trabajosamente desenvolvió el presente navideño.
Todas las caras dibujadas de sonrisas se posaron sobre él. Cuando finalmente pudo abrirlo, un hermoso camioncito de bomberos, rojo brillante, se dejo ver ante los ojos de Josesito.
Tanto brillo no logró obnubilar al niño, con la técnica de un ingeniero avezado en juguetes, giró el camioncito, tiró fuertemente de una ruedita, hasta arrancarla de cuajo, e inmediatamente comenzó a jugar con ella.
El hermoso camioncito yacia debajo de la mesa
Los demás después de un oohh a coro, continuaron con los simples regalos.







‎* Cuando inventé la máquina del tiempo fui de inmediato a
Crónica TV y les ofrecí "cubrir" los acontecimientos más
notables de la historia. Aceptaron.

Al llegar a Belén, grabadora en mano, encontré a María con
su Niño en brazos y la cara radiante de felicidad. Casi no 
podía hablar por la emoción, pero me contó algunos detalles 
de la verdadera historia.

De pronto, casi tumbado en la oscuridad, con el gesto hosco
y los ojos vidriosos, distinguí a José y me le acerqué.

-¡José de Nazareth! -lo saludé-. ¡Mis felicitaciones! ¡El Hijo
de Dios acaba de nacer... en su propio hogar! ¿Por qué 
tiene esa cara de dolor?

Después de un largo silencio introspectivo el carpintero al fin
me respondió:

-Pasa que... es que yo... ¡yo quería una nenita!

(Adaptación de un cuento popular,hecha por Alejandro
 Gonzalez Foerster)


Josè rezando por una nena