Vistas a la página totales

jueves, 28 de febrero de 2013

Cien punto seis segundos



Me tome el atrevimiento de hacer una pequeña versión humorística cordobesa (eso intento que sea) , bastante osado lo mio, del excelente cuento, de Hernan Casciari 10.6 segundos que se encuentra en su pagina editorialorsai.com (apretar el boton que dice blog y ahi esta) . (Hecho con el mayor de los respetos, desde un lugar común , ya que no tengo, ni tendré el talento de los dos gordos, Casciari y Maradona)


Este es el original, me lo chorearon, es corto y no vale la pena mucho leerlo



100.6 segundos

Menos de 101 segundos antes, cuando el negro ochoa rechaza pa’ el orto y luego de picar la pelota en una piedrita, jugabamos en la canchita de atrás del policlino, me viene la pelota , el reloj marca la hora en que tenia que volver pa’ las casas (acá en córdoba se dice así) porque tenia que llevar a la patrona al centro (eran los tiempos sin chopin), en la escena central están Juan (el que trabaja de albañil, no lo conocen), la coneja y el Beto. El arbitro somos todos, tenemos resaca del sábado a la noche y corremos poco, se cobra ful cuando es muy alevoso.
                                       
------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Ahora la pelota me rebota en la pierna menos hábil (puede ser la izquierda o la derecha), hace un calorononon (acá en córdoba se dice así) y en la canchita no hay nadie y menos sombra. Los únicos que me pueden parar, son Juan y el Beto.  La Coneja se mueve en cámara lenta y no hace falta ser mago para adivinar su inmovilidad, (no durmió y se tomo todo). Juan  es sopechado de ser  medio pata de lana y padre de Juancito, que vive en la esquina,  cerca de la cancha. El Beto trabaja en la muni, tiene dos hijos, uno la rompe en las inferiores de Belgrano, el otro no hace ni bosta pero es buen pibe. Ellos no lo saben pero saldrán de Joda por casi diez años juntos, a los bailes de la mona Jiménez, que con 60 y pico seguirá dándole rosca en las pistas. Todavía  hacen caso , pero dentro de poco no le van a dar ni bola a los viejos. El Beto y el Juan no entienden como los pase .
                               
------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Con un solo toque  de pelota  deje a  dos, avance 5 metros en no se cuanto pasos y cuando vi el hueco, arranque para el otro lado, esquivándolo, (la canchita estaba muy poceada) . Me quiere agarrar el Tincho y el Gringo. Tincho  es el carnicero del barrio dueño de la “Molleja Feliz”, vende buen asado y barato( todo el mundo le compra), me tira un buen patadon pero me erra (el Beto, el Juan y la Coneja, testigos cercanos de la acción, se cagan de risa). En cambio el Gringo se copo viendo un minon que pasaba por la vereda y me dio via libre. En el futuro Tincho y el Gringo se lo pasaran ferneceando, ambos se separaran y juntaran en un eterno ciclo, de sus mujeres, culpa del chupi y la joda.
                          
------------------------------------------------------------------------------------------------------------

No corre ni una gota de viento en la dominical siesta cordobesa, el sol raja la tierra, habíamos quedado que: el que hace el gol gana y el que pierde paga los porrones. Sabíamos que el kiosco estaba por abrir, a eso de las cuatro, y a esa altura todos teníamos puesta la mente en la cerveza fría. Viene carucha (o Josesito) con ímpetu a ponerme en caja, se comió el amague porque patee ( o patié, como se dice en Córdoba) al aire. El hijo de Josesito iba a ser mi yerno (que los pario, no me di cuenta).

A los sesenta y ocho segundos había dejado cinco en el camino. Enfrento a la chancha (que siempre iba al arco) y  siento que Tincho me viene soplando la nuca para atenderme de nuevo, quería revancha. Estoy rodeado: al Sur lo tengo al Tincho, que me tiene a tiro, al Norte me sale la chancha ( un ser misterioso al cual le gustaba ir al arco, esto se da raramente en las barriadas de Córdoba, un incomprendido), al Este el gordo Pascual, era el único comunista con peso, que conocía por ese entonces y al Oeste mi futuro consuegro Josesito (que lo pario de nuevo, como no me di cuenta antes)   . En eso veo que por el medio entraba como un rayo Pelusa, todavía no sé como lo vi o si lo vi. Extraño el caso de Pelusa, que iba a terminar de vendedor ambulante en la peatonal, vendiendo anteojos para sol, todos bien acomodados sobre un gigante tergopol o telgopor (como se dice aca en Cordoba),quizás rememorando aquella soleada tarde

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

     La chancha se juega mucho a la derecha para cubrirme, porque el palo izquierdo (o primer palo) era un bodoque de construcción,  daba miedo caérsele encima y otro poco porque estaba medio distraído viendo el partido del lado , recién empezaban a jugar y estaba lindo el partido. Corren los 90 segundos y 50 centesimas, pensándolo un poco mejor, casi seguro que no vi a Pelusa, pero supuse que entraba a media velocidad fantasmalmente. Tenia doble apodo, “pelusa” o “fantasma”, a veces se comportaba  inocuamente  como una pelusa, y otra como fantasma, solo los que lo conocían bien sabían que día, era que cosa.

      95.6 segundos a un paso de de rematar al arco, la chancha me regala el primer bodoque, no lo pienso dos veces, me acuerdo aquella tarde hace unos años atrás, en la misma cancha, casi la misma jugada,  a mi hermano regañándome por no haber pasado al arquero, diciéndome, pelotudazo amaga y pasa al arquero. No  hice ninguna de las dos cosas.

     100.4 el Tincho me alcanza a dar un guadañazo desde atrás, empujando pierna y pelota, al mismo tiempo. A los 100.6 segundos ,a no sé cuantos pasos hechos y metros recorridos, la pelota se eleva hacia el punto dudoso, si es gol o travesaño imaginario, pero todo mi equipo grita Gooooolllll, Golazooooo!!!!!!…… y corren a abrazarme, para despejar las dudas. El negro Ochoa me grita clavado al fondo, viste el pase que te di, pagame la cerveza.

                      
----------------------------------------------------------------------------------------------------------


 Lleve mi mujer a pasear en moto, al centro, como a las ocho y media, después que me recontra cago a pedos.
   Todavía hoy, nadie me cree, que hice un gol como el del Diego una semana antes del gol del siglo, quizás ese fue el primer bosquejo o borrador.