Vistas a la página totales

viernes, 17 de agosto de 2012

El crimen imperfecto


Después de tanto tiempo vuelvo a escribir las mismas cositas de siempre, todo depende de mi humor, más que nada.

El crimen Imperfecto:

    Después de tantos enfrentamientos maritales, decidió que había sido suficiente martirio estos quince años de discusiones, maltrato cotidiano y vilipendio, sucesos que lo habían agotado, además de mellar su personalidad hasta convertirlo en un alfeñique. En cierta ocasión el viento deslizo hasta sus oídos el susurro del vecino, - mira vieja, ahí sale el alfeñique a comprar, la mujer lo tiene a tiro, pobre tipo; menos mal que yo ….. _callate, deja de hablar pavadas y vos también anda a comprar lo que te dije y no te olvides de los tomates!!_- sentenció.-  El, dirigió su tranquila mirada de comprensión hacia el infortunado e imprudente vecino, que había hablado demasiado, este esquivo la vista agachando la cabeza, intuyendo su futuro probable.

    A solo efectos del análisis, el crimen es un hecho más de la vida de compleja o simple resolución, solo depende  del victimario, que debe  lidiar con el   viejo eterno problema, ¿cómo llevarlo a cabo sin dejar ningún rastro o evidencia?.

   Planearlo con prudencia y cuidadosamente, recostado en el sillón o cama, dibujando indescifrables planos con sus pequeños dedos al aire, le procuraba lapsos de regocijo.  La ogra y potente voz de su mujer despedazaba los perfectos e invisibles planos, haciendo añicos sus únicos y pequeños momentos de felicidad. -Calma, calma, calma- le susurraba una sorda amigable voz, ofreciéndole contención,- todavía no es el momento, todavía no es el momento…..- .

   Esa voz extraña emergente que le hablaba apartado de él, a una distancia cercana a dos metros de su oído derecho, se le presento imprevistamente no hace mucho. Los primeros días fueron  terribles, agregarle otro martirio mas acompañado del temor, lo dejaron al borde del colapso. Pero lentamente se fue tornando apacible, conocida  e incondicional, en ocasiones parecía su mujer ,porque parloteaba y repetía lo mismo en demasía, en esos  casos taponaba su oreja derecha  ya que la izquierda hacia oído sordo a ella, no así para el blues, que ya muy pocas veces escuchaba.

   Este particular hecho le procuro ahorrarse muchas confesiones y prescindir lentamente de algunos amigos que a la hora de la verdad, no eran tales. Lo curioso de esta peculiar voz, es que nunca le respondía nada además de ausentarse por periodos prolongados. Sin mucha originalidad, le vino en gracia de llamarla “Lucia”, el segundo nombre de su esposa,  ultimo resto de dulzura de su agria mujer.

  Volviendo al cometido, Lucia le sugirió interminables veces que la envenenara con pequeñas dosis de cianuro, o esparciera diminutas cantidades de gamezan en las comidas, al ser una voz no tenia el sentido del gusto y se le ocurrió pensar que el gamezan debe saber feo, en estos puntos la encontraba carente de sentido común, además intuía que el gamezan no debe ser muy venenoso.

    La insistencia de Lucia, solía jugarle malas pasadas , una mañana  repitió “veneno para ratas, veneno para ratas…” secuencialmente por casi cinco horas. Esto lo exponía al límite, de su ahora poca resistencia,  por ello tomo el hábito de llevar consigo elementos, tales como masilla, plastilina, algodón..etc para improvisar una segura sordina, que utilizaba según con quien.

  Necesitaba rápido liberarse de todo  malestar, porque lo iban a volver loco. Estimo que no a mas tardar de la semana que viene debía consumar el crimen, en consecuencia el envenenamiento tranquilo no corría más, algo mas directo requería la situación. – Mañana si o si decido el método, no puedo esperar mas, estoy harto, escuchaste Lucia!, mañana decido como lo hacemos – vocifero murmullando por temor a ser escuchado, mientras caminaba en ida y vuelta de pared a pared, gesticulando con ampulosos ademanes. Después de una hora Lucia comenzó un monótono - “revolver, revolver, revolver….” -.Sin dudar extrajo el algodón de su bolsillo, lo apisono hasta el fondo  del conducto auricular  y luego lo tapono con plastilina, apenas perceptible se hizo el repiquetear molesto de Lucia.

   Su baja estatura le produjo a lo largo del matrimonio, un prolongado complejo de inferioridad mental,  (20 centímetros  de diferencia , a escala métrica), dando su gran cabeza a los hombros, esto  le aumentaba la sensación de alfeñique (el vecindario también le apodo, alfiler) frente a la altiva y espigada figura de su mujer, sin contar la elocuencia irrebatible y precisa a la hora de la discusión, convirtiéndolo en el factor mas irritativo  y motivo  de sus penurias. “– no la aguanto mas, no la aguanto mas. La semana que viene lo hago….., oíste Lucia, no la aguanto mas siempre tiene razón”. Lucia se había esfumado hacia rato-.

  El tiempo de definiciones se hizo presente, era domingo a la noche  y todavía no tenia resuelto el tema, procastinar estaba enraizado en su ser. Alguna vez escucho y recordó aproximadamente,  que la vida es aquello que sucede, mientras se hacen planes,  considero oportuno librarse de los planes y actuar de una vez por todas. Dejo de lado todas las especulaciones sobre las pistas, o rastros que lo implicaren, focalizándose en que debía hacerlo el lunes si o si. Al notarlo tan decidido, Lucia comenzó con sus típicas y largas repeticiones  - “acido, acido…..”  , aunque esta vez le resulto interesante la idea, pensó: “primero, no deja rastros, segundo  no es tan difícil de conseguir, Lucia esta vez tiene razón”.

   El lunes, con toda cautela pero con el corazón queriendo salir de su pecho, desayuno junto  a su mujer por ultima vez, en silencio absoluto, en el desayuno no se hablaba, pero sus ojos emocionados decían mucho y no lo podía ocultar- con una mirada profunda, fuerte y voz penetrante su esposa indago: que te pasa a vos, en que andas… --na… tímidamente respondió, me voy a trabajar…. --.

   Apenas dio la espalda al levantarse de la mesa, sonrió con mucha satisfacción, no sabia la que le esperaba, mientras se retiraba con el mayor de los disimulos. Realizo todas las pantomimas y a mitad del  camino al trabajo se desvió al otro extremo de la ciudad, en busca de una lejana ferretería donde comprar acido. Tomo el recaudo de un buen disfraz al entrar al negocio, pero olvido un detalle, la cantidad de acido, no calculo cuanto se necesita para matar a una persona y como hacerlo.

    El animo quedo por el piso, Lucia por primera vez se volvió un poco hostil en el tono, exigiéndole con vehemencia “ dale compra de una vez, compra de una vez…” dubitativo compro un litro de acido; acto seguido sin importarle la presencia del vendedor, rápidamente tapono su oído izquierdo (grueso error) y huyo como un rayo del lugar, el nerviosismo  y no liberarse de Lucia, se conjugaron, en la prisa dejo caer el bigote postizo (el vendedor lo recogió, mirándolo con un gran signo de interrogación).

    Cruzo la calle corriendo sin mirar, aturdido por los bocinazos y Lucia  (que exigía chillando  - compra   mas ácido, compra  mas ácido....-), tropezó con el cordón cayendo como una bolsa de papas, la botella estallo  frente a su cara, derramando ácido sobre sus ojos, manos y cuerpo, dolorido e imposibilitado de ver por la quemazón, se reincorporo velozmente tomándose el rostro, retrocediendo  hacia a la calle. Un coche a toda velocidad embistió su pequeña figura, Lucia lejos de advertirle, guardo silencio. Voló por el aire golpeando fuertemente en el asfalto, al igual que las moscas  se alimentan de la basura, la gente rodeo su cuerpo para alimentarse de la escena, el murmullo y griterío se diluía apaciblemente junto al hilito de sangre que corría, de su oído derecho y boca.

 En un ínfimo movimiento de labios, dibujo una tenue sonrisa. Alguien grito: está vivo! . Llamen a la ambulancia – “no vale la pena”, dijo en seco Lucia- , su oído derecho ya había dejado de funcionar.
Written by Omar crazy Billoni.