Después de tanto tiempo vuelvo a escribir las mismas cositas
de siempre, todo depende de mi humor, más que nada.
El crimen Imperfecto:
Después de tantos
enfrentamientos maritales, decidió que había sido suficiente martirio estos
quince años de discusiones, maltrato cotidiano y vilipendio, sucesos que lo
habían agotado, además de mellar su personalidad hasta convertirlo en un alfeñique.
En cierta ocasión el viento deslizo hasta sus oídos el susurro del vecino, -
mira vieja, ahí sale el alfeñique a comprar, la mujer lo tiene a tiro, pobre
tipo; menos mal que yo ….. _callate, deja de hablar pavadas y vos también anda
a comprar lo que te dije y no te olvides de los tomates!!_- sentenció.- El, dirigió su tranquila mirada de
comprensión hacia el infortunado e imprudente vecino, que había hablado
demasiado, este esquivo la vista agachando la cabeza, intuyendo su futuro
probable.
A solo efectos del
análisis, el crimen es un hecho más de la vida de compleja o simple
resolución, solo depende del victimario,
que debe lidiar con el viejo eterno problema, ¿cómo llevarlo a cabo
sin dejar ningún rastro o evidencia?.
Planearlo con prudencia y cuidadosamente,
recostado en el sillón o cama, dibujando indescifrables planos con sus pequeños
dedos al aire, le procuraba lapsos de regocijo. La ogra y potente voz de su mujer despedazaba
los perfectos e invisibles planos, haciendo añicos sus únicos y pequeños
momentos de felicidad. -Calma, calma, calma- le susurraba una sorda amigable voz,
ofreciéndole contención,- todavía no es el momento, todavía no es el
momento…..- .
Esa voz extraña emergente que le hablaba
apartado de él, a una distancia cercana a dos metros de su oído derecho, se le
presento imprevistamente no hace mucho. Los primeros días fueron terribles, agregarle otro martirio mas
acompañado del temor, lo dejaron al borde del colapso. Pero lentamente se fue
tornando apacible, conocida e
incondicional, en ocasiones parecía su mujer ,porque parloteaba y repetía lo
mismo en demasía, en esos casos taponaba
su oreja derecha ya que la izquierda
hacia oído sordo a ella, no así para el blues, que ya muy pocas veces escuchaba.
Este particular
hecho le procuro ahorrarse muchas confesiones y prescindir lentamente de
algunos amigos que a la hora de la verdad, no eran tales. Lo curioso de esta peculiar
voz, es que nunca le respondía nada además de ausentarse por periodos
prolongados. Sin mucha originalidad, le vino en gracia de llamarla “Lucia”, el segundo
nombre de su esposa, ultimo resto de
dulzura de su agria mujer.
Volviendo al
cometido, Lucia le sugirió interminables veces que la envenenara con pequeñas
dosis de cianuro, o esparciera diminutas cantidades de gamezan en las comidas,
al ser una voz no tenia el sentido del gusto y se le ocurrió pensar que el gamezan
debe saber feo, en estos puntos la encontraba carente de sentido común, además intuía
que el gamezan no debe ser muy venenoso.
La insistencia de
Lucia, solía jugarle malas pasadas , una mañana repitió “veneno para ratas, veneno para
ratas…” secuencialmente por casi cinco horas. Esto lo exponía al límite, de su
ahora poca resistencia, por ello tomo el
hábito de llevar consigo elementos, tales como masilla, plastilina, algodón..etc
para improvisar una segura sordina, que utilizaba según con quien.
Necesitaba rápido liberarse
de todo malestar, porque lo iban a
volver loco. Estimo que no a mas tardar de la semana que viene debía consumar
el crimen, en consecuencia el envenenamiento tranquilo no corría más, algo mas
directo requería la situación. – Mañana si o si decido el método, no puedo
esperar mas, estoy harto, escuchaste Lucia!, mañana decido como lo hacemos –
vocifero murmullando por temor a ser escuchado, mientras caminaba en ida y
vuelta de pared a pared, gesticulando con ampulosos ademanes. Después de una
hora Lucia comenzó un monótono - “revolver, revolver, revolver….” -.Sin dudar
extrajo el algodón de su bolsillo, lo apisono hasta el fondo del conducto auricular y luego lo tapono con plastilina, apenas
perceptible se hizo el repiquetear molesto de Lucia.
Su baja estatura le
produjo a lo largo del matrimonio, un prolongado complejo de inferioridad
mental, (20 centímetros de diferencia , a escala métrica), dando su
gran cabeza a los hombros, esto le aumentaba
la sensación de alfeñique (el vecindario también le apodo, alfiler) frente a la
altiva y espigada figura de su mujer, sin contar la elocuencia irrebatible y
precisa a la hora de la discusión, convirtiéndolo en el factor mas
irritativo y motivo de sus penurias. “– no la aguanto mas, no la
aguanto mas. La semana que viene lo hago….., oíste Lucia, no la aguanto mas
siempre tiene razón”. Lucia se había esfumado hacia rato-.
El tiempo de
definiciones se hizo presente, era domingo a la noche y todavía no tenia resuelto el tema, procastinar
estaba enraizado en su ser. Alguna vez escucho y recordó aproximadamente, que la vida es aquello que sucede, mientras
se hacen planes, considero oportuno librarse
de los planes y actuar de una vez por todas. Dejo de lado todas las
especulaciones sobre las pistas, o rastros que lo implicaren, focalizándose en
que debía hacerlo el lunes si o si. Al notarlo tan decidido, Lucia comenzó con
sus típicas y largas repeticiones - “acido,
acido…..” , aunque esta vez le resulto
interesante la idea, pensó: “primero, no deja rastros, segundo no es tan difícil de conseguir, Lucia esta vez
tiene razón”.
El lunes, con toda
cautela pero con el corazón queriendo salir de su pecho, desayuno junto a su mujer por ultima vez, en silencio
absoluto, en el desayuno no se hablaba, pero sus ojos emocionados decían mucho
y no lo podía ocultar- con una mirada profunda, fuerte y voz penetrante su esposa indago: que te pasa a vos, en que andas… --na… tímidamente respondió, me voy a
trabajar…. --.
Apenas dio la
espalda al levantarse de la mesa, sonrió con mucha satisfacción, no sabia la
que le esperaba, mientras se retiraba con el mayor de los disimulos. Realizo
todas las pantomimas y a mitad del
camino al trabajo se desvió al otro extremo de la ciudad, en busca de
una lejana ferretería donde comprar acido. Tomo el recaudo de un buen disfraz al entrar al negocio, pero
olvido un detalle, la cantidad de acido, no calculo cuanto se necesita para matar
a una persona y como hacerlo.
El animo quedo por el piso, Lucia por primera vez se volvió un
poco hostil en el tono, exigiéndole con vehemencia “ dale compra de una vez,
compra de una vez…” dubitativo compro un litro de acido; acto seguido sin
importarle la presencia del vendedor, rápidamente tapono su oído izquierdo
(grueso error) y huyo como un rayo del lugar, el nerviosismo y no liberarse de Lucia, se conjugaron, en la
prisa dejo caer el bigote postizo (el vendedor lo recogió, mirándolo con un
gran signo de interrogación).
Cruzo la calle corriendo sin mirar, aturdido
por los bocinazos y Lucia (que exigía chillando - compra mas ácido, compra mas ácido....-), tropezó con el cordón cayendo como una bolsa de papas, la botella estallo frente a su cara, derramando ácido sobre sus
ojos, manos y cuerpo, dolorido e imposibilitado de ver por la quemazón, se reincorporo velozmente tomándose el rostro, retrocediendo hacia a la calle. Un coche a toda velocidad embistió su pequeña
figura, Lucia lejos de advertirle, guardo silencio. Voló por el aire golpeando
fuertemente en el asfalto, al igual que las moscas se alimentan de la basura, la gente rodeo su
cuerpo para alimentarse de la escena, el murmullo y griterío se diluía apaciblemente
junto al hilito de sangre que corría, de su oído derecho y boca.
En un ínfimo movimiento
de labios, dibujo una tenue sonrisa. Alguien grito: está vivo! . Llamen a la
ambulancia – “no vale la pena”, dijo en seco Lucia- , su oído derecho ya había dejado de funcionar.
Written by Omar crazy Billoni.