La música divina, ascendió desde el infierno, suave, penetrante y
tenebrosa. Sin esperar, la música infernal descendió desde el cielo, clara, arrolladora y voluptuosa. Entablose entonces el duelo, entre el bien y el mal, púas y dedos, cruces y caminos, batiéndose rabiosamente hasta la ultima gota de blues. Malherida la guitarra, lloró con celestial eco, el ultimo diabólico solo.
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